Desde hace varios años ha venido tomando fuerza en el mundo el fomento de modelos educativos no tradicionales. Las grandes universidades se han especializado en crear cursos de educación continuada enfocados hacia el desarrollo de competencias socio emocionales y de liderazgo. En Colombia, la Universidad de los Andes ha dado pasos significativos desde su Escuela de Gobierno para crear la metodología del Liderazgo Consciente y Fundaciones como TERPEL y COMPAZ han empezado a democratizar estos desarrollos educativos.
El liderazgo consciente es el centro formativo de la Academia de Liderazgo para la Paz que implementamos desde la Fundación COMPAZ. En dos semanas, COMPAZ junto con los Andes formará en competencias socio emocionales para la resolución de conflictos y la prevención de nuevas conflictividades a 40 líderes sociales de regiones afectadas por la violencia. El año pasado, en el piloto de 20 personas se formó un cartagenero; Edwin Gómez Salas, un líder social de Boston que con su trabajo diario le da esperanza a su barrio. Edwin al asumir el espiral del liderazgo consciente ha podido hacer de Boston un mejor lugar donde vivir. Él ha empoderado a su comunidad para luchar por la continuidad de iniciativas como los puentes de esperanza, la limpieza de los canales, el reciclaje, el mejoramiento integral de viviendas, el cuidado de La Bocana, el Plan 4C y el aumento de pie de fuerza para la vía Perimetral, entre otros.
Como Edwin, serán 60 los colombianos que a finales de mayo, habrán recibido herramientas claves para su desarrollo y el de sus comunidades. Es aquí donde la filantropía, la cooperación internacional y el sector empresarial pueden coadyuvar para seguir construyendo la sociedad que queremos y que nos merecemos. En Cartagena son muchos los escenarios desde donde se puede seguir abonando el terreno hacia una mejor política educativa. Claro que se hace necesario continuar con la implementación de reformas en el sector formal con urgentes mejoras en la infraestructura escolar, en espacios seguros alrededor de los colegios oficiales y privados, en la lucha frontal contra los jíbaros y desadaptados que pretenden malograr a nuestros niños. Sin embargo, es imperativo que miremos aún más allá.
Imaginémonos a nuestros niños recibiendo no sólo mejor educación durante las horas de clase sino también formándose, junto a sus padres, en la prevención de conflictos. Es posible. No se trata de falta de recursos sino de saber conseguirlos.
En Cartagena podemos implementar programas con financiación internacional y privada que complementen los esfuerzos del Distrito en materia educativa. Imaginémonos a nuestros niños recibiendo no sólo mejor educación durante las horas de clase sino también formándose, junto a sus padres, en la prevención de conflictos. Es posible. No se trata de falta de recursos sino de saber conseguirlos. Por supuesto además que hay que administrarlos con autoridad, orden y transparencia.
Es hora de empezar a transitar hacia modelos educativos novedosos, que ayuden a los maestros en las aulas, que empoderen a líderes sociales como Edwin para transformar sus comunidades, y que fortalezcan los vínculos entre padres e hijos para la protección de las familias cartageneras. Desde el sector privado y fundaciones en línea con lo público y sin intereses perversos podremos tener una Cartagena no sólo educada sino también formada en valores.
Nota al pie: Un agradecimiento especial a todo el equipo de Pulso Político por invitarme a escribir en este espacio. Solo con medios de comunicación fortalecidos lograremos profundizar nuestra democracia territorial y convertir crisis en oportunidades.